miércoles, 29 de abril de 2009

La muñeca

LA MUÑECA
(Fragmento)

Cuando el hambre aprieta, comemos en una pequeña fonda. Después, caminamos hasta llegar al atrio de la iglesia de Santo Domingo.

Muy cerca, niños indios corretean y gritan. Visten andrajos y todo en ellos es color de tierra. Cuando nos acercamos, huyen rumbo a un caserón blanco, ruinoso, con puertas de madera comidas por el tiempo, el comején y el descuido. Curiosos vamos tras ellos y penetramos a la casa donde un letrero avisa que es un refugio del Instituto Nacional Indigenista para la población india que llega a San Cristóbal.

Entramos, y al principio nada vemos en la penumbra que contrasta con la luminosidad que luce afuera, en el atrio de la iglesia. Al acostumbrarnos a la media luz, distinguimos grupos indígenas que se apiñan para matar el frío sentados en el suelo. En el piso de tierra uno que otro petate donde algunos de ellos pasarán la noche.

Los niños que jugaban fuera nos ven entrar y muestran recelo. La más pequeña, la que al correr en el atrio cuidaba de no tirar algo que apretujaba en el rebozo, nos mira y remira, mientras, inconsciente, mueve sus brazos como si arrullaran a un niño en el regazo. Es chiquita y frágil.

La llamo y se aleja rumbo a una india que sentada en el suelo le dice algo. Después, como atendiendo a un consejo de la madre se nos acerca y casi sonríe. Le hablamos y nos toma confianza.

Me aproximo y puedo ver sus ojos negros, brillantes como capulines.
-Ojos de capulín, la llamo. No parece entender pero me mira atenta. Lleva enaguas que alguna vez fueron blancas y sus pies, partidos por el frío, dejan ver que nunca llevaron zapatos ni huaraches.

En cuclillas le digo:
-¿Tienes una muñeca? Déjame verla. ¿Es linda? ¡Déjamela ver!
Acepta al fin. Despega los brazos del cuerpo y me acerca el viejo rebozo para mostrarme su juguete, mientras me mira entre orgullosa y satisfecha.

En su regazo trae, entre amorosa y tierna, un pedazo de ladrillo recocido.
Cuando observa mi desconcierto la niña me mira extrañada.

Heberto Castillo
Si te agarran te van a matar
Ediciones Proceso

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