jueves, 30 de abril de 2009

Seguridad Sanitaria

Seguridad Sanitaria.
Teoría y Práctica
David Nossiff Sepúlveda



La seguridad mundial en materia de salud pública, se define como el conjunto de actividades proactivas y reactivas necesarias para reducir todo lo posible la vulnerabilidad a incidentes agudos de salud pública capaces de poner en peligro la salud colectiva de poblaciones que se extienden por diversas regiones geográficas y a través de las fronteras internacionales. (OMS, 2007).

Por lo tanto, las epidemias y pandemias de enfermedades infeccionas y otros eventos que pueden repercutir de una manera indirecta en la salud de una población y en las capacidades del sector sanitario, como los fenómenos naturales, o desastres ocasionados por la acción humana que tengan impacto en el medio ambiente (dos ejemplo son el desastre nuclear ocurrido en Chernobyl, Ucrania y las explosiones de San Juanico, México) son temas que conciernen a la seguridad en materia de salud pública.

Las razones para poner énfasis en este ámbito crecen, debido a la gran cantidad de personas que viaja día a día en la orbe terrestre, la dependencia de productos químicos, y las consecuencias que trae consigo la industrialización, producción y elaboración de alimentos.

Ante esta situación, lo que se pretende es lograr un mundo más seguro, dispuesto y mejor preparado para responder ante las amenazas para la seguridad sanitaria mundial. Para conseguir este objetivo, se necesitan alianzas que agrupen a todos los países del mundo y e interesados de todos los sectores implicados, para que se pueda reunir la mejor asistencia técnica, y alleguen los recursos necesarios para aplicar eficazmente las medidas.

Empero, existen deficiencias graves, sobre todo en los sistemas sanitarios de numerosos países. Este hecho, debilita la coherencia de la colaboración mundial en materia de salud, lo cual implica la debilidad de un aspecto de de importancia capital, ya que, la seguridad sanitaria mundial depende de la capacidad con que cuenta cada país para actuar de manera eficaz.

Por lo tanto, se requiere darle importancia al intercambio de información que se da entre los países. Ya que, esto es una medida de confianza que contribuye a construir transparencia, la cual es necesaria para la cooperación internacional en materia de salud y desarrollo. Esto supone que cada país tiene la obligación de fortalecer sus sistemas de salud y ocuparse de contar con medios para prevenir y controlar las epidemias capaces de propagarse rápidamente a través de frontera e incluso de los continentes. Ahora bien, en caso de que les sea imposible lograr la prevención y el control por sí mismos, se les debe de ayudará, proporcionándoles redes internacionales rápidas y expertos de vigilancia y respuesta a las enfermedades y velando por que dichas redes se entretejan hasta constituir una barrera de seguridad sólida.

El marco jurídico que ha establecido la Organización Mundial de la Salud (OMS), es el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), este es un referente central. El RSI se ha reformado en diversas ocasiones, el más reciente es el de 2005, y tiene la inclinación por atender de manera expedita el origen de cualquier brote, y no enfocarse solamente en puertos y aeropuertos (lo cual está sucediendo en México). Para esto el reglamento ha introducido requisitos mínimos en materia de capacidad para todos los países, que sirven para detectar, evaluar, notificar y comunicar. El incentivo principal consiste en reducir los trastornos que trae consigo un brote, pues en caso de no controlarlo se tendrán graves consecuencias en la estabilidad económica o política, el comercio, el turismo y el acceso a los bienes y servicios, además de la estabilidad demográfica (cosa que no está siendo ajena y extraña, mucho menos, para la Ciudad de México y el Estado de México).

Para conseguir esto, los gobiernos deben de tener el compromiso de desarrollar sistemas de salud eficaces que puedan seguir de cerca la situación sanitaria de un país, ya que, si las inversiones en salud pública son insuficientes, los esfuerzos por controlar el desarrollo de una epidemia será limitado, debido a que se carecen de los medios y datos sobre la vigilancia a enfermedad. Un ejemplo claro de esto, es la propagación del VIH/SIDA.

Por lo tanto, no debe presentarse un retraimiento del Estado en materia de salud, porque, se requieren políticas que se les de continuidad, es decir, que vayan más allá de la periodicidad de los gobiernos. Pues, el fundamento de un Estado democrático es su población, y la legitimidad para satisfacer sus demandas, y protegerla de cualquier amenaza es la razón de ser del Estado, de fundarse.

También, existen nuevas amenazas para la seguridad sanitaria, las cuales deben de ocupar un espacio significativo en las agendas de seguridad de los gobiernos, esta amenazas son el bioterrorismo, y enfermedades cono el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), la influenza aviar y actualmente la influenza porcina. Pues, el desarrollo de las tres últimas, están ligadas a la gran movilidad internacional de las personas, ya que, según la Directora General de la OMS, Margaret Chan, hoy las compañías aéreas transportan a más de 2000 millones de pasajeros anualmente.

Como conclusión, la seguridad sanitaria es un asunto que corresponde a todos los países, debido a que las condiciones actuales así lo determinan para que se puede mantener la estabilidad en diversos aspectos. Pues, ningún país por más preparado que esté, puede prevenir, detectar y dar respuesta por sí solo a todas las amenazas, de hecho, si los países desarrollados no comparten recursos e información la batalla estará perdida. Un sistema de salud con carencias, el cual no esté dotado de los recursos suficientes en cuanto a personal, tecnología y apoyo económico puede afectar a las redes de vigilancia que conforman la OMS y la GOARN (Global Outbreadadk Alert and Response Network).



David Nossiff Sepúlveda
FCPyS de la UNAM.

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