martes, 31 de marzo de 2009

¡Ahí vienen los tisicos!

De santos y herejías
Por Eloy Garza González / MARZO 31, 2009


¡AHÍ VIENEN LOS TÍSICOS!


En su día, los tísicos eran esos señores o señoras que encerraban las familias bien en un cuarto aparte, y como no tenían quehacer, paraban las orejas para oír la conversación en la sala o el zaguán. De ahí la conocida mofa a los orejones de que tienen oídos de tísico. Ahora, los tísicos son esos viejos orejones que salen retratados en los cartelones electorales y que más que propaganda, parecen ilustraciones de campañas preventivas de Salud o del ISSSTE, lo mismo da.

A muchos, que ya no estamos en edad de merecer, todavía nos tocó sufrir, vivir la pálida tisis, que era el editorial luctuoso de una época de pobreza posrevolucionaria en la que jugamos todos con las devaluaciones sucesivas del peso y la perdieron principalmente los de la pálida tisis y aquellos que a falta de etiqueta negra tuvimos que conformarnos por años con el viejo barbón del Old Parr. Terrible.

Hace días anunciaron algunos medios alarmistas que la tuberculosis vuelve y si eso es cierto quiere decirse que aquel Nuevo León clásico vuelve, con sus Martínez Domínguez, los Almada como actores gatilleros y todos los aficionados de Rómulo que cantaban para los de arriba, por un kilo de frijol. Esto, sin olvidar a las señoritas intactas –-entonces las hubo -- tras su aventura tísica de dispensarios médicos en la sierra y adolescentes solemnes de ataúdes y angelitos negros.

La vuelta de la tuberculosis, que es una enfermedad para nostálgicos del cine Encanto, supone que todos los gobernadores son en vano y aquí no aprendemos nunca a dejar en paz la memoria de don Bonifacio, que sigue gobernando a modo de fantasma y por interpósita persona. Con la pálida tisis de aquellos años perdíamos la alegría fugaz y dictablanda del momento.

Luego, nuestros políticos maltrechos recuperaron para este pueblo romántico (que se paseaba en la Alameda, entonces ayuna de gatas), la noble enfermedad familiar y hasta los hombres fuertes y seguros, como Tiburcio o Lucas, que en cada sitio había un paisano de nombre dominguero siguiendo por radio la caída de Nixon o leyendo los periódicos de media tarde, que eran como los hijos pandilleros de Jorge Villegas.

El otro día me preguntaba un doctor inteligente (que también los hay, no se vaya a creer que no) si en Monterrey habrá médicos para tanta gente o enfermos para tantos hospitales. A la postre tendremos que irnos todos de mojados a Laredo porque no nos daremos abasto con tanto tosido nostálgico. Es inverosímil que tras tanto gobernador del PRI y uno que otro del PAN, vuelvan a plantearse estos problemas que no son sino el costumbrismo del hambre o el hambre de más costumbrismo.

Estamos en el centro de la crisis internacional, pero el peso ya no es peso sino que lo llaman hijo pandillero del dólar, y todo el mundo yace bajo la maldita ley del Teletón, que no es sino una estafa elegante para lavado de ricos. Íbamos a hacer la revolución en los setenta, allá en los Condominios (donde Silos) y sólo hicimos una revuelta de chavos tísicos con boina que cantan en inglés canciones de Bob Dylan o de su novia sioux; un inglés que suena a castellano.

La tisis regiomontana, con su tos harapienta, merodea como un perro hambriento en torno de nuestro nivel de vida. A los gatos hemos tenido que raparlos porque han envejecido con tanto gobierno PRI/PAN y ya no se lavan como antes. Quiero decir que han perdido su fe en nosotros y su mirada policiaca. En cuanto a los tlacuaches, esas mascotas finas de San Patricio, saltan por los jardines de San Pedro como signos gramaticales chinos. Son, sí, un invento gramatical y exótico que a lo mejor tiene hambre pero a los sampetrinos no nos importa.

La tisis, sombra pálida en la que se morían los orejones de los cuartos apartes, es la palabra sombría que puebla Nuevo León cuando Nuevo León arde en campañas políticas y el número de viudas cuenta la sangre inocente de los nuevos caídos y los nuevos matados por culpa de ya se sabe quiénes. México ha perdido hasta el nombre.

Entre tantos levantados y tísicos que vienen, no somos sino la renovación de un funeral que llovió hace mucho tiempo.

eloygarza@lostubos.com
eloygarza@yahoo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario