miércoles, 4 de marzo de 2009

Mujeres por el cambio, o por el cambio de mujeres

De santos y herejías
Por Eloy Garza González / MARZO 04, 2009

Ha dicho mi muy admirada María Elena Chapa en estos días triunfales que ella exigirá al próximo Gobierno que esté compuesto por el mismo número de mujeres que de hombres, o de mujeres al menos un 30 por ciento. En términos semejantes se pronuncia Dulce María Sauri. Y hasta Patricia Mercado. Y la Ley electoral no cuenta porque es muda.

Ahora bien, esto de atenerse a las matemáticas elementales y creer que en ellas reside la verdad o la justicia, es muy del estilo colegial de chicas como Patricia Mercado. Lo suyo es un culto estudiantil por los números. Es como si nos hubiese dicho: “en mi Gobierno habrá 13 secretarios pelones y 13 peludos”, o bien “13 secretarios cegatones y 13 con ojos de lince”. Lo mismo da.

La elección de la mujer bien basculeada o en número no es liberación femenina sino todo lo contrario, una conversión de la mujer en mercancía, al modo árabe. Un orientalismo más de los muchos que nos habitan en Monterrey, tierra semiárida como en Tánger, desde las pulgas que son como zocos árabes hasta el machismo que convoca afinidad de espíritus.

Pero la mujer, por el contrario, es muy fina, una mercancía muy sutil que no se puede contar ni medir y que de nada sirve elegirla como en básculas, como en los humillantes mercados del sexo. He aquí que las mujeres iniciaron una liberación en México y esa liberación va a resolverse en el comercio de mujeres políticas e intelectuales por docenas.

Siguiendo con este punto de vista femenino, es posible que Patricia Mercado si llegase a ser presidenta de México (Dios no lo quiera) repatríe a los inmigrantes de los Estados Unidos, pero con este criterio: 20 morenos, 20 aperlados, 20 chaparros y así. Así, al aplicar las tablas de multiplicar a la política en una simplificación bárbara y colegial que es el síntoma de toda una filosofía que deja mucho que desear.

Tenemos el conocimiento y la experiencia de que la mujer no es materia mercantil ni siquiera cuando hace oficio de sí misma, que es cuando más odia al que trae el dinero ya contado y cuando más desprecia al que no trae dinero. Las señoras secretarias como Josefina Vázquez Mota llegarán a serlo por sus personales y colectivos méritos, por su bibliografía (¡Dios mío hazme viuda, por favor!) y, en último caso, por sus amigos.

La paridad hombres/mujeres no es mérito ni es nada más que un infantilismo. Aquella mujer que se sienta y se sepa elegida para completar la paridad, vivirá su cargo de secretario bajo la permanente humillación de ese número que la aureola banalmente como la lotería aureola a los que les toca.

No cree uno que semejante regla de tres vaya a aplicarse nunca cabal ni razonablemente. Tenemos muchas mujeres que compiten con los hombres por delante o por detrás de ellos. Hay como una efervescencia de talentos y talantes femeninos renovando y perfumando la nueva vida nuevoleonesa.

Sería injurioso anular tanta riqueza en favor de la paridad, que es una cosa que hoy la muchacha o la madura no necesitan en absoluto para competir con el hombre, ya que ni siquiera se trata de competir sino sencillamente de convivir y colaborar.

Mucho nos tememos que la inteligencia en trámite de Patricia Mercado haya dado aquí su nota alta de simplificación. Patricia tiene en sí algo de niño que es su privilegio y su largo futuro, pero que puede ser también el lastre escolar de quien todo lo piensa en números. Dios nos guarde.

eloygarza@lostubos.com
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