domingo, 8 de marzo de 2009

Similitudes entre Madero y Calderón.


Similitudes entre Madero y Calderón.
TANGENTE
Por Oscar Díaz Salazar

A manera de excepción, que confirma la regla que me auto impuse de solo dedicarme a los asuntos locales, mi comentario de hoy esta dirigido al ámbito nacional.


Es Don Francisco I. Madero el héroe que mas gusta a los panistas, muy por encima del Benito Juárez que acapara las preferencias de los políticos tricolores.

Madero, con su origen norteño, su pertenencia a la burguesía, su moderación política, su conciencia de clase y su habilidad para encaramarse a la cresta de la ola del movimiento revolucionario, es el personaje de la historia que mejor aceptan los militantes del PAN, de cuantos registra la historia oficial de nuestro país.

Mártir de la democracia es la descripción que con el tiempo se le ha dado al político que nació en Parras, Coahuila.

No pretendo escribir la biografía de Francisco I. Madero, ni hacer un elogio de su vida y obra. Me interesa en este escrito recordar la decisión del Presidente Madero, durante su breve ejercicio del poder presidencial, de “licenciar” o desarmar al ejercito popular que lo llevó al poder, ese que generó las condiciones para la salida del Dictador Porfirio Díaz y la organización de elecciones para elegir al sucesor del hombre que permaneció por mas de 30 años en la presidencia de México.

Madero no supo interpretar el sentir de la coalición de intereses, grupos, clases sociales, sectores y personajes que lo encumbraron y pensó, desde su condición de empresario agrícola y privilegiado del régimen derrotado, que solo bastaba con cambiar de manos la conducción del gobierno, para que la población regresara a sus quehaceres y diera por terminada la lucha armada.

Madero no supo que la guerra civil desatada para expulsar al dictador, era en realidad la fase armada de una revolución, que se trataba de un movimiento que buscaba modificar la organización de la sociedad mexicana, que impulsaba un cambio en los métodos de producción, una redistribución de la riqueza y un reparto en la propiedad de la tierra, que era un ajuste en la propiedad de lo que en ese tiempo era el medio de producción casi único.

Madero no pedía un reparto de las tierras… tenia superficies más grandes que las que podía atender. No buscaba eliminar privilegios… pues él y su familia eran privilegiados. No quería modificaciones de fondo en una sociedad en la que ocupaban la cúspide del sistema de clases sociales.

Madero llegó a la presidencia y quiso gobernar con los “científicos”, quiso protegerse con el ejercito derrotado (los federales), quiso dejar el manejo del gobierno en las mismas manos que trabajaron para Porfirio Díaz.

Y para pactar con los derrotados, para mantener el ejercito que perdió la guerra, para mantener el status quo, tuvo que darle la espalda a los que lo encumbraron, se vio obligado a ignorar, desairar e incluso a combatir a quienes lo llevaron al poder.

El ejército triunfador fue dejado a la deriva, incluso intento desarmar y disolver a los combatientes…y en contraste el ejército derrotado, la milicia porfirista fue reconocida como ejercito nacional, y por lo tanto fue pertrechado, pagado, avituallado.

Ponerse de lado de los derrotados e intentar detener la aplicación de reformas sociales que demandaban los que impulsaron el movimiento, así como la desaparición del ejército que lo llevó al poder, que hizo posible su triunfo, fueron los errores que le costaron la vida al presidente demócrata.

Con las proporciones guardadas y advirtiendo que solo hago el comparativo en ese error que le costó la presidencia, el poder y la vida misma, afirmo que el presidente Felipe Calderón Hinojosa comete el mismo error que Francisco I. Madero.

Calderón piensa que puede gobernar con los priistas… no se ha dado cuenta que atrás de su triunfo hay millones de mexicanos que quisieron otro gobierno, otra organización, otros métodos, costumbres y practicas.

Felipe piensa que puede continuar gobernando con las formas y programas del PRI y que los mexicanos están muy contentos porque ya se encuentra él – solo él – en el gobierno federal, gobernando con los mismos burócratas de la era priista.

Calderón cree que puede licenciar a los panistas… pedirles que ya no participen en la lucha política, que se olviden de los gobiernos locales, de los congresos, de las denuncias a los gobiernos abusivos… para que no le compliquen sus acuerdos con los priistas, para que salgan sus iniciativas, su presupuesto, sus reformas que tiene que pactar con los priistas… esos que en teoría fueron los perdedores en la elección de 2006.

Calderón supone que los miles de activistas políticos del PAN no desean hacer política desde el gobierno, no quieren implementar los programas que por años han pensado que son mejores, no los mueve mas interés que el de verlo retratado en la silla del águila.

Calderón ignora que en las guerras políticas, esas que se hacen con mucho dinero, los patrocinadores quieren ser retribuidos si el movimiento triunfa y por eso permite que los contratos de obra publica, la proveeduría y la prestación de servicios se sigan otorgando a los mismos empresarios que hoy como ayer patrocinan al PRI y a los candidatos priistas.

Felipe Calderón cree que debe vigilar a los de casa, a los propios, para que no hagan cosas indebidas, pero permite que las hagan los mismos que por muchos años han apoyado a los priistas.

Calderón cree que los huarachudos que lo llevaron al poder, que arriesgaron su vida, su patrimonio, su tranquilidad y su prestigio y que aportaron trabajo, dinero y tiempo no son aptos para las tareas del gobierno… y por eso prefiere dejar su gobierno en manos de los que si saben gobernar, de los eficientes priistas que saben como hacer que funcionen las cosas… y también saben como hacerle para que no funcionen.

Felipe Calderón Hinojosa es tan ingenuo, tan irresponsable o tan egoísta como lo fue el mártir de la democracia. Calderón también le ha dado la espalda a la coalición que lo llevo al poder, a defraudado a los grupos que lo apoyaron en el lance de llegar a la presidencia.

Francisco I. Madero murió a tiempo (o destiempo) para evitar los reclamos por traicionar a la revolución, al movimiento social que le confío la conducción del país…

Felipe Calderón esta logrando lo que no pudo el coahuilense… restituir el poder a los derrotados, ejercer el poder presidencial contrariando su historia y defraudando a sus seguidores.

Los riesgos de licenciar – diluir o desmovilizar - al ejercito (ciudadano y político) que triunfó y de pertrechar, apapachar, armar y reconocer a los derrotados (PRI) son mayúsculos.

Los mexicanos no queremos otro mártir de la democracia… queremos un presidente responsable y valiente que sepa interpretar el sentir de los ciudadanos que lo llevaron al cargo, que supere su conciencia de clase, sus limitaciones, sus temores y sus intereses personales, para hacer el gobierno que ofreció en campaña.

Reynosa, Tamaulipas a 8 de marzo de 2009

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